Sonrío, maliciosa. Sí. Mmh…
Estoy sentada de rodillas entre sus piernas. Me encanta observar como duerme.
No hace mucho que nos conocemos. Esto no es un flechazo, ni amor, ni nada por el estilo. No. No lo es. Es una relación de puro morbo y atracción. Simplemente disfrutamos de nuestras fantasías sexuales juntos. Deseo y placer, puro y duro. Simplemente me excita. Le excito. Sin ataduras de ningún tipo.
Y no os creáis, no ha sido fácil atarle a la cama sin despertarle…
(…)
Nos encontramos en una casa de turismo rural. Habitación con terraza, chimenea, paredes rojas y de piedra vista. Y una cama con dosel. Con dosel. Sí. Y un cielo dulcemente estrellado. Ideal para los románticos. Perfecto para los traviesos.
Cojo el quinto pañuelo y le tapo los ojos, no quiero que vea nada cuando despierte. Quiero excitarle. Desubicarle.
Sentada encima de su descansado sexo, recorro con mis dedos su cara: su frente, sus cejas, perfilo su nariz, sus labios. Rozando...tan sólo rozando. El muy cabrón... fingía dormir pero juguetea con mis dedos que se entretienen golosos en sus labios. Los muerde, con deseo. Esos labios siempre me hacen perder la razón...
Me inclino, apoyando mis rodillas y mis manos en el colchón, a cuatro, con la espalda arqueada, para poder alcanzar sus labios. Al principio tan sólo rozándolos tímidamente, dejando que mi lengua se deslice por ellos para humedecerlos. Luego abrimos cada vez más nuestras bocas. Dejo que aspire mi lengua mientras mi culito en pompa juega a subir y bajar rozando mi húmedo sexo con su verga erecta y soberbia. Si, justo así, con ese vaivén que se que le vuelve loco...
Me encanta verle excitado, sudoroso, loco de deseo, sumiso…intentando liberarse de los pañuelos que sujetan sus muñecas para alzar su cabeza en busca de mi piel…quiere que lo desate, pero el juego no ha hecho más que empezar..
Alcanzo con una mano la nata que espera en la mesita…..endulcemos el juego… Mmmmhh…
Mi dedo índice unta descarado mis pezones, dibuja una linea curva desde mi pecho hasta mi coño, recreándose antes en mi vientre, ya contraído y tembloroso por el deseo. Poso dulcemente uno de mis pezones en sus labios, ardientes. Lame. Mordisquea. Masajea con su cara mis pechos. Me dejo llevar, como a él le gusta. Como él me ha enseñado. Cierro los ojos. Siento. Tan sólo quiero sentir.
Aja…Sí, ahora sí, te tengo donde quería…Justo entre mis piernas..mmmh....Apreto mis nalgas contra su cara. Me gusta. Disfruto. Disfruta. Su lengua danzarina se apresura a deslizarse entre mi sexo, jugando con él. Maldita descarada, me vuelvo líquida en cada uno de sus movimientos. Fuertes. Precisos. Hambrientos. El cuerpo me duele de deseo tanto como a él. Mordisquea mis ingles, para luego volver a mi coño; se recrea en mi clítoris, que entra en ebullición al ser succionado. Besado. Lamido. Mordido. Con arrogancia. Como si le perteneciese. Y le pertenece. Justo ahora, es suyo. Con su boca adherida a él, mueve su cabeza bruscamente, golpeando mis nalgas, gimientes y temblorosas. Me duele. Me excita. Giro mi cabeza, buscando con la mirada su miembro, que palpita con las venas hinchadas de deseo.